miércoles, 26 de agosto de 2009

De excesos nocturnos. El club crápula se esta volviendo inmanejable.

El sexo sin amor es como una borrachera de garrafón. En el momento puede ser divertida y fantástica, incluso especial; tus problemas quedan relegados a un segundo plano.
Pero a la mañana siguiente te duele todo el cuerpo, la cabeza parece un saco de culpabilidad y tu alma camina en recuerdos que se pierden por segundos. A la mañana siguiente te juras no volver a hacerlo y culpas a otros, sabes que es falso pero en ese momento te piensas firme.
Vas a trabajar con los músculos doloridos y una sudoración extraña, acabas de ducharte y quieres volver a hacerlo para borrar las huellas de la noche de exceso, no se te ocurre pensar que la sensación de suciedad no es externa si no interna.
Sé que seguiré bebiendo alcohol, sé que quizás me engañen y vuelva a tomar unos tragos de más de marcas desconocidas e indigeribles, pero también sé que seguiré prefiriendo un buen vino o en su defecto un moët chandon aunque lleve otro nombre.

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