sábado, 30 de enero de 2010

Un paso más con zapatos nuevos.

Aferro en el aire la mano que mi mano tomaba hace unos días, me dejo guiar por un sueño o deseo estudiado.
Aún hay quien es capaz de enredarme entre hojas violetas y cabellos claros, existe quien es capaz de mezclarme en el color verde de unas pupilas cambiantes.
Las palabras... me gusta el sonido de fonemas desconocidos, la falta de significado de palabras profundas, las sonrisas encubiertas cuando tratas de imitarlos. Las palabras... son un mero mecanismo de comunicación, de expresión, de disuasión, de seducción.
Ya he destrozado lo que me quedaba de ruinas. He prendido fuego a las murallas mal construidas de lo que antes fuera un palacio. Me conformo con una choza siempre que su tejado sea de paja fresca y no de fango nauseabundo.
Hoy es un nuevo comienzo.
Me cuesta pensar en lo que he dejado atrás.

jueves, 21 de enero de 2010

Necesito un cambio, pero no sé cual.

Las cosas se arreglan destrozándolas primero.
A la mierda con todo. Con las maletas cargadas de sueños, con los baúles repletos de deseo.
Voy a extirparme este corazón ajado, oxidado y cansado, voy a tirarlo a la basura para no volver a verlo. Voy a comprarme uno nuevo. Me he hartado de esta herida que no cicatriza y no para de mancharme las camisas con hilillo de sangre.
Un arrancacorazones sería un buen invento para esta época. Deberían venderlo en la ferretería, el kit completo: Un arrancacorazones con un corazón nuevo, de brillante acero inoxidable, sin grietas ni arañazos, irrompible, aséptico, impenetrable. En la ferretería de la esquina se le han acabado las existencias.
Quiero convertir mis manos en engranajes, en meros sistemas de producción, que no vomiten lo que mi alma grita, serán herramientas útiles de mi mundo materialista, construirán cosas tangibles, olvidarán los castillos en el aire, los cuentos de hadas, las historias que nunca sucedieron.
Los pies en la tierra, lejos del cielo que sólo se toca mediante ilusiones ópticas.
La mirada fija al frente, sin elevarse nunca, sin perderse nunca en ensueños.
Ser un ser humano al estilo que se estila, un ser humano productivo, carente de otros defectos que creía virtudes.
Ser un ser humano a la moda.

Todos se van.

Me falta pasión. El desgaste emocional de las despedidas empieza a ser patente. Dejo de sentir, de tener deseos. Casi todo está dejando de importarme. ¿Qué me ocurre? ¿Quién soy?
No sé reconocerme en este punto medio y neutral, no sé qué persona es esta que habita mi cuerpo, que apenas escribe...
Decir continuamente adios es un trabajo para el que no estoy hecha, me implico demasiado con las personas que me rodean, no sé no implicarme, no quiero saber no implicarme.
Los sueños aparecen cada vez más lejos e inalcanzables, empiezo a oir el tic-tac de un reloj, empiezo a temer al tiempo que pasa y no se detiene. Me da miedo ese monstruo intangible que destroza los cuerpos y derriba los sueños, que me convierte en autómata con piel humana.

lunes, 11 de enero de 2010

Sorprendida

Sorprendida por creer saber más de lo que sé en realidad. Sorprendida porque creo conocer a las personas sin pensar que, a veces, actúan de forma diferente y lo hacen porque yo lo he hecho previamente, porque las circunstancias son otras.
Sorprendida porque hace días que mi vida es otra y no hago más que correr detrás tratando de alcanzarla, porque tomo decisiones precipitadas justo antes de que todo cambie.
He cambiado de año apenas sin darme cuenta, creía que sería una continuidad y ha resultado ser una ruptura, no soy capaz de hilar bien todo lo ocurrido para sentirme una persona distinta. Quizás el pasado haya roto conmigo o el presente haya hecho por fin acto de presencia.
Estoy sobre unas tablas con un foco demasiado potente alumbrándome la cara. Al descubierto. Sin distinguir más que formas más allá de la platea.
Cerrando los ojos quizás sea capaz de ver las cosas de otra manera.

domingo, 10 de enero de 2010

Con los ojos abiertos desde temprano, me convierto en un egranaje más del errático caminar del mundo.

miércoles, 6 de enero de 2010

Hoy sonrío como un niño en el día de reyes para apagar los aullidos que me atoran el pensamiento.

martes, 5 de enero de 2010

Bienaventurados los que hoy reciban un regalo, porque empiezo a sospechar que a partir de una edad se da más que se recibe.

Tengo un vacío en la boca del estómago, una sensación de vacuidad que podría confundirse fácilmente con hambre si no fuera por el nudo marinero que llevo en mi garganta.
Día de reyes, día de regalos sin regalos. En mi niñez los tenía a montones. Parece que no los dosificaron bien. Me viene de familia, yo tampoco sé dosificar. Los extremos me parecen más manejables que los puntos medios. Por eso suelo perder. Las maniobras se agolpan y se entremezclan. Quizás no sea tan malo perder. Quizás perder no sea más que dejar lastre para proseguir el camino.

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