lunes, 28 de septiembre de 2009

Benvenutta Roma.

Tres días solamente. Tres días para aterrizar en la magna Italia, en la ciudad eterna.
Hace diez años que no atravieso las fronteras, que no me sienta extranjera, que no lo soy de verdad.
Me resulta extraña la idea de ver las obras que estudiaba de pequeña en historia del arte. Suspendí ese examen en selectividad, fue el único que suspendí. Se me da mejor contemplar el arte que hablar de él.
Eugenia no para de repetirme que la grandeza de Roma va a extasiarme, temo al síndrome de Stendhal. No sé si en mi cabeza puede caber tanta belleza. Quizás sí, pero en pequeñas dosis.
Aún no he hecho la maleta, no sé que he de meter. La ropa para ocho días es mucha, procuraré no mancharme, los vaqueros combinan con todo. Un sombrero para el sol, para soportar la cola que rodea al Vaticano. Las gafas, en plural, las de ver y las de sol, las de noche y las de día. La libreta, no levo el portátil, necesito un cuaderno de bitácoras dónde escribir. Bolígrafos, el que usaré y el de repuesto, o uno sólo y ya compraré allí otro. Zapatos cómodos para recorrer distancias que aún no comprendo. Un par de chaquetas para el frío que no conozco. El ipod, para poner banda sonora. La cámara de fotos, para poner imágenes... Dudo que me quepa todo en una sola maleta.

martes, 22 de septiembre de 2009

Sorteando palabras, a veces, encuentro resquicios de silencio donde abandonar mi alma a tu recuerdo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

No puedo escribir con el alma llena de recuerdos y la cabeza colmada de deseos.

martes, 15 de septiembre de 2009

Quince horas de sueño a veces no son suficientes para un cuerpo humano.

No sé si es el cansancio. Quizás el cúmulo de emociones me ha tumbado el alma. El trabajo me cansa cada vez más. Es posible que necesite unas vacaciones o al menos enclaustrarme frente al portátil. No sé, pero el resultado es que acabo de despertarme desde ayer a las siete de la tarde. No duermo tantas horas seguidas desde la adolescencia. A veces me parece estar volviendo atrás.
Elvira ha pasado tres días conmigo. Tres días en los que se me ha olvidado escribir y trabajar, se me ha olvidado vivir y respirar, sentir era lo único que hacía mi cuerpo con normalidad, con una normalidad extrema. Elvira me centra. Me aclara las ideas su presencia. Sé lo que quiero. Es una inyección de realidad invisible, una dosis de ensoñación verosímil. Voy a deshacer mis ideas. Voy a construir mi futuro.

martes, 8 de septiembre de 2009

Prefiero las evoluciones a los cambios.

Me está costando recuperarme de este fin de semana. Una fiesta en Malonne significa muchas horas de trabajo y de diversión, pocas de sueño, litros de alcohol, toneladas de sonrisas...
Todo está desordenado ahora en mi cabeza, es una casa con los muebles desordenados, esperando una mudanza que nunca llega.
Elvira regresa dentro de dos días. Vuelve para dos días. Una visita rápida. Ciudad Capital ya no es suficiente para ella. Siempre lo ha sido para mí. Más que suficiente.
Hoy estreno camiseta con nuevo lema: Está claro. Es mentira, pero intento creérmelo. Nada está claro, pero sigo escarbando en la arena fangosa sin buscar oro, encontrando casi siempre gusanos, con la esperanza de que alguno se convierta en mariposa.

martes, 1 de septiembre de 2009

La memoria se crea durante el sueño, la ficción con el insomnio.

Es cierto, el sueño escaso, la resaca reciente, me ayudan a escribir. Las sensaciones se vuelven más fluidas, más frescas, más reales.
El sol brilla hoy de forma diferente, con menos fuerza, más amable. Una pequeña ráfaga de aire artificial ayuda a subsistir.
No debo olvidar tomar las vitaminas, las necesito. Demasiado esfuerzo para un sólo cuerpo.
Cumplo mi segunda hora tras la pantalla, frente a ella. El cerebro empieza a agotarse. Es una botella de vino añejo, la última copa es la más amarga porque marca el final. Nunca habrá un sabor como este. Puede que parecido. Seguro que diferente.
Las noches me son necesarias. No sé portarme bien. Soy una adicta a las estrellas. No puedo desengancharme del cielo negro que te da permiso para ser incorrecto.
Intento descubrir recovecos inexplorados. Intento abrir las mentes de otros. Hacerles entender que es posible. Que todo es posible.
La policía moral nos persigue. Somos enemigos buscados. Escaparemos de la autoridad autoimpuesta. No hay peor censura que la propia. No hay peor fracaso que dejarse vencer por el miedo.

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