viernes, 28 de noviembre de 2008

Ni siquiera las monedas tienen dos caras: tienen cara y cruz.

Siempre me han contado que todo el mundo tiene dos caras:una buena y otra mala. No me lo creo. Puede que tengan la real y la que queremos ver, la que muestran y la que tienen miedo de mostrar, la arrogante de armadura y la sensible encubierta. Las dos caras es un mecanismo de defensa o de ataque, puede que no sea más que pereza por conocer. Las dos caras no existen, no lo creo.
Ayer me manché el pantalón, era una mancha de trabajo, me pareció ridículamente cursi, cruel y realista que tuviera forma de corazón rajado por la mitad.
La tristeza comienza a invadirme de nuevo. Hoy no tengo quien me abrace. Es la melancolía del fin de semana. Creo que soy la única persona en el mundo que no sabe disfrutar de ellos.
Ellin fue Elva sólo por un fallo mío. Tenía dos opciones: borrar lo escrito o aceptar mi error. Lo acepto. Ellin me cuida con su mirada acuosa. Las dos caras no existen. 
Mi corazón está roto como la mancha de mi pantalón, aunque ésta se irá con el agua y yo voy a necesitar algo más que eso. Volver a amar es difícil con esa fisura en el músculo que te bombea.
Goethe dijo "como el agua gasta lentamente la piedra, así el tiempo gasta los corazones", quizás es ahora cuando empiezo a sentir ese desgaste, y comienzo a estar cansada y los sentimientos quedan demasiado al aire, quizás de ahí provenga la soledad absurda que me invade.
Dumas y Eloísa me han invitado esta noche a una velada para beber vino y recitar poesía, una vez hice eso, cuando acabé de estudiar, entonces era emocionante y nos creíamos intelectuales puros, vanidades que no llegaban al cuarto de siglo. Ahora no sé si es pretencioso, pueril o simplemente maravilloso. Mientras unos se divierten con unas cervezas en un bar, nosotros nos complacemos con un poema en la voz grave de Dumas, en el cuerpo sutil de Eloísa. Mi voz rota por el tabaco nunca fue apropiada para estos menesteres...

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