jueves, 13 de noviembre de 2008

Cuando la música entra por la nariz de manera más necesaria que el oxígeno.

Eloísa estaba triste, yo melancólica, ambas susceptibles.
El trabajo se hacía pesado, el aburrimiento nos corroía y la mente, inevitablemente, marchaba a lugares definidos que no le eran propicios.
El intento de ánimo de Wilde, sus continuas bromas se olvidaban apenas segundos después de que la risa descontrolada se apagara. La noche había caído con demasiada rapidez y el calor humano de los desconocidos no aliviaba el frío.
Una canción empezó a sonar, no era casualidad, había sido buscada, aún así nuestras miradas se cruzaron y nuestros rostros dibujaron a la par una sonrisa. El drama de segunda se transformó en un  musical de primera.

No hay comentarios:

Seguidores