miércoles, 12 de noviembre de 2008

En el mercado del corazón

Una llamada de teléfono, los ojos aún cerrados por el sueño. Contesto con monosílabos, la lengua se pega en el paladar pastoso, las palabras se confunden con la saliva y no aciertan a salir.
Una sola llamada y la melancolía comienza a disiparse. Una sola llamada que no es de Elvira.
La calidad y el precio, esa es la clave, también el corazón es un mercado donde se venden los sentimientos al mejor postor.
Respecto al amor si es de una sola noche es barato, casi te lo regalan, hay exceso de producción y su calidad no es muy buena. Mantenerlo durante nueve años casi me hipoteca hasta el alma, hay que darlo todo, empezando por el cuerpo y terminando por las vísceras.
La amistad es diferente, es una compra por fascículos, por partes. No tiene intereses. La amistad tiene una producción escasa, es una flor silvestre, rara, difícil de encontrar; una flor que además debes montar para que no se seque: unir los pétalos y el tallo, las hojas.
En el mercado del corazón el vendedor de amistad es el más exigente, no se le puede pagar ni con dinero ni en especies; exige actos pero no dice cuales. Pero el día que aciertas, te abre de par en par sus puertas y sabes, que aunque a veces haga frío, que aunque estés lejos del mostrador, nunca más volverá a echarte de su local.

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