viernes, 1 de mayo de 2009

Yo olvidé como volar, pero sigo navegando. La mayoría no pueden imaginar siquiera un barco dorado.

Casi un mes de silencio. Esta vez no hay explicación. Quizás muchas excusas. 
Elvira ha venido a verme. Yo he ido a ver a Elvira. La ciudad Condal es enorme para mi, pero no para ella. me abrumó la cantidad de bares, de comercios, de tiendas... la rapidez con que has de moverte. La gente allí envejece deprisa, el reloj no va adelantado, adelanta continuamente. Elvira está creciendo. Elvira no se convierte en pirata. Es una niña perdida que olvida como volar, Elvira ha abandonado Nuncajamás. Casi todos olvidan Nuncajamás. Está desapareciendo como Avalon entre las brumas.
Podría hablar de la feria de Ciudad Capital, de su Semana Santa, pero hoy se me vuelven intentos vanos de recuperar algo perdido. Sólo los niños se quedan fijos mirando las luces, sólo los niños miran con asombro a los caballos, sólo algún pirata, venido del norte de Europa, es capaz de reconocer los retazos que aún nos queda de la isla, la magia que nos ancla en un barco, la tierra bamboleándose al ritmo del mar.

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