miércoles, 27 de mayo de 2009

He elegido mi nombre, pero sólo tú lo usas.

Tienes dos maneras de llamarme, sólo una me hace temblar, me ha dudar, girar la cabeza, perder la mirada. Me llamas por mi nombre, con el nombre completo como sólo han hecho mis profesores, en parte para burlarte, en parte para llamar mi atención. Me nombras, a veces, en susurros, por mi nombre verdadero, me nombras cuando oscurece, cuando anocheces con grados de alcohol. A la luz del sol la realidad es demasiado palpable, no puedes dirigirte a mi de un modo diferente al que decretaron mis padres y ratificaron las autoridades. Al menos sé que siempre nos quedará una luna menguante como la de hoy.

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