viernes, 26 de febrero de 2010

A veces no me quejo cuando me despiertan temprano.

Despertar con la voz de Emmanuelle es un dulce despertar. No importa las horas de sueño, no importa las pesadillas ni el cansancio; importa la sensación de tenerla cerca, aún cuando está lejos. Me gusta mezclar la realidad de sus palabras con la ficción de mis sueños en ese estado de duermevela.
A veces me da miedo estar inventando algo que no existe, estar aprovechando que está lejos para crear algo idílico y perfecto, pero luego ella, con su seguridad, con la risa que traspasa el hilo telefónico, con los suspiros que se sienten más que se escuchan me confirma lo que no sospechaba, me da raíces para aferrarme, un tronco fuerte donde amarrarme...
Estar lejos es difícil, pero sería más difícil que no estuviera. No sé por qué, pero sé que va a seguir estando.

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