viernes, 16 de enero de 2009

A veces las paredes de los bares son más cálidas que las propias.

Vaggio se pregunta en su blog por qué la gente hace tiempo después de trabajar, por qué se ahuman con cigarrillos, por qué se destrozan el higado en la barra de un bar mientras la espalda tiembla de frío. La repuesta es tan simple como sencilla: No te apetece volver a casa. No me apetece volver a casa. En casa no hay nadie que me espere. En la calle tampoco, pero al menos puiedes recrear una ilusión de falsa compañía. Al menos puedes sentirte menos sola junto a otros, tan solos como tú, que tampoco tienen quien le espere en casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces las propias son demasiado cálidas.A veces hay demasiada gente esperando en casa.

zoe hook dijo...

ES cierto, a veces en casa no hay nadie, en ocasiones hay demasiada; quizás por eso las calles estén siempre tan llenas y los corazones tan vacíos

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