martes, 2 de junio de 2009

De planes hechos y desechos.

No estoy de mal humor, estoy triste, me he despertado desolada, como un paisaje desértico con apenas un árbol en lontananza. Los martes se salvan de la quema porque trabajo con Eloísa y Dumas. Todo lo demás no sirve.
A veces me cuesta entender a los seres humanos, las miradas que mienten, los gestos que engañan, las palabras que no saben a nada... intuimos la verdad detrás de máscaras de inseguridades, de ambiciones, de deseos. Por eso me gusta una botella de vino en compañía, porque mientras se acaricia la copa es más fácil ser real. Tengo tres planes diferentes para este sábado. Este sábado necesito muchos planes, necesito no pararme a pensar, caer rendida en el sueño a la madrugada. Un desayuno en mi bar, un almuezo con Dumas, el café con Eloísa, la cena con Natalia... puede que ninguno de ellos se lleve a cabo porque la tristeza seguirá invandiéndome, puede que uno tome fuerza y devore a los demás, puede que uno nuevo brille con la fuerza necesaria como para olvidar los otros.

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