viernes, 30 de octubre de 2009

El día es un juego de naipes con sus reyes y reinas, con sus diamantes y corazones.

Me gusta los días como hoy en los que no salgo de casa hasta la caída de la noche. Me gusta esconderme de la luz del sol y engañar al tiempo que no consigue atraparme.
De fondo algo de música que hace mucho que no escucho. Perder el tiempo es el mejor modo de ganarlo.
Las estrellas suelen ser aliadas cuando no son enemigas. Esta noche quiero contar estrellas hasta que me duelan los ojos. Ahora mismo no hay ninguna a la vista. Las estrellas tienden a ocultarse en el cielo iluminado de Ciudad Capital. Necesito alguien que me ayude a llevar la cuenta de las estrellas contadas, para no olvidarlo.
Los seres humanos necesitamos del infinito para darnos cuenta de lo minúsculos que somos. Apenas un suspiro de azar detrás del jugador. Quisiera disponer las estrellas en desorden para confundir a los ingenuos científicos. Marcarme un farol con apenas una pareja y ganar. Normalmente no gana el mejor, si no el que tiene más agallas y arriesga. Creo que ahora me toca apostar a la carta más afilada.

2 comentarios:

Peter Pan dijo...

Quien disponga de las estrellas para su desorden puede ganar la mano de cualquier juego sin la necesidad del farol. Sería el aunténtico salto a la banca.

zoe hook dijo...

Apostar sobre seguro y hacer que salte la banca nunca ha sido mi fuerte.
A veces es más divertido confundir al adversario hasta que se de por vencido.

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