martes, 15 de septiembre de 2009

Quince horas de sueño a veces no son suficientes para un cuerpo humano.

No sé si es el cansancio. Quizás el cúmulo de emociones me ha tumbado el alma. El trabajo me cansa cada vez más. Es posible que necesite unas vacaciones o al menos enclaustrarme frente al portátil. No sé, pero el resultado es que acabo de despertarme desde ayer a las siete de la tarde. No duermo tantas horas seguidas desde la adolescencia. A veces me parece estar volviendo atrás.
Elvira ha pasado tres días conmigo. Tres días en los que se me ha olvidado escribir y trabajar, se me ha olvidado vivir y respirar, sentir era lo único que hacía mi cuerpo con normalidad, con una normalidad extrema. Elvira me centra. Me aclara las ideas su presencia. Sé lo que quiero. Es una inyección de realidad invisible, una dosis de ensoñación verosímil. Voy a deshacer mis ideas. Voy a construir mi futuro.

No hay comentarios:

Seguidores