jueves, 30 de octubre de 2008

Desembarco

He dejado la piratería. He buscado un empleo honrado. No he tenido suerte: lo he encontrado.
Los sueños de navegar por mares de letras de hace unos meses se han difuminado, perdido.
Comienzo una nueva vida sin bandera que defender, sin barco que capitanear. Ahora soy una grumete sin nave a las órdenes de otros.
He dejado el mar y he regresado a Sevilla, cuyo río se me parece poco más que un hilo de agua, ya no arriaré más velas ni mandaré a limpiar la cubierta.
Me he reencontrado con algunos antiguos compañeros que se han reciclado, como yo, en meros trabajadores sin aura de elegancia.
Hoy el tiempo es frío, el viento cala sin humedad, quizás llueva, pero yo he de trabajar sea el clima benefactor o inclemente.
Pienso demasiado en la muerte, mi tía murió hace pocos días. Es miedo a la soledad lo que siento. Mis amigos y familia se están yendo poco a poco a un lugar incierto para el que no venden billetes de avión, no puedo visitarlos más.
No sé que me queda a excepción de estas palabras, que no son siquiera mías.

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